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Panorama Histórico. Recopilemos
Hagamos un breve recorrido por las diferentes visiones sobre la Ciencia y la Filosofía de la Ciencia, que hemos ido comentando con más detalle en entradas anteriores. Se trata de ver cómo nos enfrentamos a la labor de construir y reconstruir, de manera racional, la experiencia científica.
Como ya vimos en una de las primeras entradas sobre el método científico, Aristóteles estableció que el científico progresa desde un conocimiento de hechos a una comprensión de las causas. Esto requiere dos etapas: una inductiva y otra deductiva.
Este método científico había sido también recomendado por Galileo y Bacon. En concreto Bacon aisló varias normas y criterios. La más famosa es “la instancia crucial”, con la que nos referimos a toda evidencia que proporciona apoyo inductivo para una interpretación determinada, y refuta a sus competidoras.
Herschel rebautiza posteriormente a la instancia crucial de Bacon como experimento crucial. Y además, lo complementa con otros conceptos básicos para su Filosofía de la Ciencia como son: el descubrimiento de alcance imprevisto o la aplicación exitosa de una ley a casos extremos.
El operacionalismo, representado por especímenes de la talla de Mach, Bridgman, Poincaré o Einstein, adopta una postura radical: todo concepto o conocimiento no ligado a procedimiento de medida alguno ha de ser excluido de la Ciencia. Se desprecian, así, los conceptos absolutos de espacio y tiempo newtonianos, la simultaneidad absoluta, las variables simultáneas y conjugadas de posición y momento en partículas subatómicas…
La aportación del Círculo de Viena, el positivismo lógico, fue eliminar toda especulación metafísica de la Ciencia y dotarla de un fundamento epistemológico seguro.
Por último, cabe señalar a Popper como garante de la pureza de la Filosofía de la Ciencia mediante su postulado de la falsabilidad como criterio de demarcación. Una hipótesis es científica si, y sólo si es lógica y físicamente posible su falsación. Las hipótesis aceptables tienen que demostrar su temple resistiendo los test diseñados para desacreditarlas. Un ejemplo de ello sería el método de la reducción al absurdo, utilizado desde Euclides.
Todas ellas son visiones diferentes de la Filosofía de la Ciencia, complementarias, matizables, evolucionadas, y en algunos casos incluso contradictorias. Es decir, a lo largo de la historia ha habido diferentes autores con sus respectivas Filosofías de la Ciencia, es decir, diferentes maneras de enfrentarse a la experiencia científica.
Principios Inviolables
En la Filosofía de la Ciencia tenemos principios y normas. Los principios son la base, el origen y razón fundamental sobre la cual procedemos a discurrir. Son las verdades fundamentales por donde se empieza a construir una ciencia. Las normas son reglas que deben seguirse.
Un principio inviolable es aquél cuyo rechazo implica el rechazo total de la Filosofía de la Ciencia prescriptiva de la que forma parte. Con las normas no ocurre lo mismo. Las normas sí pueden cambiar dentro de una misma Filosofía de la Ciencia, siempre y cuando se satisfagan ciertos criterios de racionalidad al pasar de unas a otras. Por tanto, una misma Filosofía de la Ciencia tiene un carácter plástico y admite evolución.
Sin embargo, a la hora de construir una Filosofía de la Ciencia Prescriptiva, es decir, aquélla que ordena y determina, ¿debe haber al menos un principio inviolable? La respuesta no es única. Los hay que dicen que sí, y los hay que dicen que no.
Shapere dice no. Aboga por una postura “no presuposicionista” que desarrolle una Filosofía de la Ciencia normativa y prescriptiva, pero desprovista de principios inviolables. Para él, nada hay sagrado e inviolable en la Ciencia.
Otros filósofos sí abogan por la existencia de principios inviolables. Por ejemplo, podríamos hablar de principios inviolables como el de la concordancia de las predicciones con las observaciones, la simplicidad, la integración conceptual… Por el contrario, es evidente que el sentido común nunca debe ser un criterio inviolable.
De dónde salen los principios inviolables
Si una Filosofía de la Ciencia se rige pues por normas y principios, nos encontramos ante la dificultad de encontrar procedimientos de evaluación para la justificación de esas normas y principios rectores.
Laudan propone seleccionar un conjunto de desarrollos progresivos de la Ciencia y evaluar las reconstrucciones en competencia del progreso científico por su capacidad para reconstruir esos casos estándar. De este modo subraya la interdependencia de la Filosofía de la Ciencia y la Historia de la Ciencia.
Para Laudan, es un grupo de científicos de élite los que tienen que realizar el análisis y las comparaciones, por lo que, a fin de cuentas, la subjetividad de dicho grupo se cierne sobre toda su metodología. Una vez postulado un principio inviolable podemos crear una Filosofía de la Ciencia.
Existen dos fuentes desde la que nutrirse de principios inviolables: la Historia y la Lógica, surgiendo, como no podía ser de otra forma, dos posiciones extremas:
- El Historicismo irrestricto, con la Historia como única garantía para las normas de evaluación.
- En este caso, Whewell postula como criterio principal “la concurrencia de inducciones”. Para ello, se produce una superinducción de conceptos.
- Si realizamos desarrollos teóricos concurrentes obtendremos resultados más simples y coherentes. Por el contrario, si no son concurrentes, se producirá un incremento de desorden y complejidad.
- Cabe decir que el espíritu no rupturista del modelo supuso importantes frenos a la innovación. Por ejemplo, Whewell, en aplicación del modelo cometió la osadía de rechazar la Teoría de la Evolución de Darwin, por su carácter revolucionario al desterrar la Teleología de la Biología
- El Logicismo irrestricto, con la Lógica como única garantía para las normas de evaluación.
- Para Mill, la aplicación de la Historia de la Ciencia a la Filosofía de la Ciencia es errónea por principio. La Historia de la Ciencia sólo proporciona regularidades.
- La fuente de principios debe ser la Lógica. En su crítica a Whewell, Mill alude a un contraejemplo grandioso: la Teoría de Vórtices de Descartes, la cual había logrado su concurrencia antes de que finalmente fuera rechazada.
¿Tú con cual te quedas?
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Sí, resuelta, muchas gracias!
nos seguimos leyendo!
Hola Daniel
Muchas gracias
En el logicismo se habla de la Lógica, con mayúsculas. Se trata de una disciplina que empezaron a desarrollar los griegos y que a día de hoy, con todo el tema de lógica borrosa sigue candente. No se trata de una lógica concreta, o como planteas, interna al planteamiento de una teoría. Se trata de una Lógica universal, es independiente del contenido y por lo tanto aplicable a cualquier teoría. Es una ciencia formal y una rama de la filosofía.
La capacidad de realizar argumentos lógicos si podría considerarse innata, pero la Lógica en sí no sería innata, sino que sería una herramienta que se aprende y se desarrolla.
Descartes basaba su innatismo en la intución y el sentido común, con lo que no estamos hablando de lo mismo. Para Descartes la última verdad era la evidencia, la certeza, si algo es evidente no necesitamos la lógica para demostrarlo.
Espero haber resuelto tu duda, si no es así, ya sabes
Saludos
Hola! Genial la entrada!
Una cosilla: la fuente historicista se entiende fácilmente en cuanto a que es una lectura de los aciertos de la ciencia; en cierto modo sus conclusiones son a posteriori porque sus juicios se hacen cuando ya se conoce la validez o falsedad de una teoría.
Pero cuando hablas del logicismo, qué lógica se emplea para las conclusiones? Es la lógica interna del planteamiento en una teoría? y otra cosa, aceptar que la lógica del pensamiento es capaz de llevarnos sin equívocos a teorías correctas, no se parece mucho al innatismo de Descartes, en cuanto a que la lógica es innata?
Un saludo, y gracias