Esta entrada ha sido escrita por Laura Morrón Ruiz de Gordejuela (@lauramorron)
«Investigaciones que primero hacen reír y después pensar«
Este es el lema de la asociación Improbable Research, que administra los premios IgNobels y publica la revista Annals of Improbable Research. La ceremonia de entrega tiene lugar en la Universidad de Harvard y, en muchas ocasiones, cuenta con momentos tan hilarantes como los propios galardones.
Las pasadas semanas han aparecido diversos artículos sobre los estudios que han sido premiados en los IgNobels, así que para tratar de no repetirme he decidido centrarme en un premio que me ha llamado especialmente la atención, el de acústica. Siguiendo la idea del lema, en un primer momento he esbozado una sonrisita maquiavélica pero después he reflexionado sobre algunas implicaciones del mismo que no son tan divertidas…
Los japoneses Kazutaka Kurihara y Koji Tsukada han creado un dispositivo, el “SpeechJammer”, que interrumpe el discurso de una persona al hacerle escuchar sus propias palabras con un retraso de unos pocos centenares de milisegundos. El efecto que produce el estado de confusión en el orador haciendo que deje de hablar se conoce como “realimentación auditiva retardada” (Delayed Audio Feedback).
El proceso cognoscitivo del habla requiere una realimentación auditiva constante. Por ello, cuando esta realimentación se retrasa de forma artificial, el proceso mental se ve alterado y el orador siente un malestar que cesa en el momento en que abandona su disertación y que no presenta otras consecuencias físicas.
Según reza el artículo original del proyecto (”SpeechJammer: A System Utilizing Artificial Speech Disturbance with Delayed Auditory Feedback,” arXiv:1202.6106, Feb. 28, 2012.), el principal objetivo del uso del SpeechJammer es mejorar la comunicación humana eliminando aquellos aspectos que la entorpecen. Con este fin clasifica en dos categorías las principales actuaciones que la dificultan:
- La «inevitabilidad» o imposibilidad de hacer que el orador deje de hablar una vez ha empezado. Entiéndase monologuista impasible ante cualquier muestra de desespero o cansancio por parte de su interlocutor.
- La «tenencia» o simultaneidad de discurso por parte de más de dos personas. El típico “no sé que están diciendo los demás pero yo digo lo mio que me lo llevo aprendido de casa”.
Algunas situaciones en las que estos aspectos causan problemas de comunicación pueden ser las siguientes:
(1) “Cuanto más alto, más fuerte” («THE LOUDER, THE STRONGER»)
En la resolución de conflictos es imprescindible que las diferentes intervenciones de los participantes en los debates se lleven a cabo de forma equitativa y pacífica. Sin embargo, en demasiadas ocasiones éstos parecen luchas dialécticas en las que los participantes eternizan sus discursos e interrumpen a los demás cuando no es su turno. Este comportamiento hace que al final quien gane el control de la discusión sea quien habla más fuerte y más alto.
(2) No se puede decir “permanece callado”(I CANNOT SAY BE QUIET!»)
Existen espacios públicos en los que es conveniente u obligatorio guardar silencio y las conversaciones ininterrumpidas son molestas e inapropiadas. En estos lugares evitar estas situaciones es especialmente complicado ya que el nivel de ensimismamiento en el charloteo acostumbra a ser tal que se hace muy difícil avisarles, de forma sutil, de que deben bajar el volumen. Como resultado, solemos acabar adoptando el comportamiento que tratamos de corregir en los demás elevando la voz por encima de los conversadores entregados.
En opinión de Kazutaka Kurihara y Koji Tsukada, la solución a este tipo de situaciones es el SpeechJammer. El objetivo es hacer que se callen aquellas personas que proceden de manera inadecuada, imposibilitando la buena comunicación. Así se puede restablecer un clima adecuado en el que el intercambio de ideas sea fluido o se guarde el silencio necesario. Personalmente, no creo que la manera de mejorar el intercambio de pareceres entre las personas sea impedirles hablar por la fuerza. Consideraciones al margen, veamos cuál es el diseño del dispositivo.
El prototipo consiste en una pistola speech-jamming portátil que puede aplicarse a diversos escenarios como el control del turno de intervención en debates o la interrupción del discurso de un único individuo. El aparato cuenta principalmente con un rayo láser para apuntar al objetivo o persona que no calla, un micrófono y un altavoz direccional. El intervalo de tiempo entre la señal acústica registrada en el micrófono y la emitida por el altavoz viene fijado por el retraso temporal necesario para hacer que la persona sienta los efectos de la “realimentación auditiva retardada” (Delayed Audio Feedback, DAF). Su cálculo se establece a partir de la relación donde Δt es el retraso del SpeechJammer;
el retraso necesario para el efecto de DAF, x la distancia entre orador y dispositivo y v la velocidad del sonido en el aire a una presión de 1013hPa (v = 331.5 + 0.6t siendo t la temperatura en grados Celsius). Fijando el valor de
la distancia máxima a la que podrá actuar la máquina será
(Δt = 0). En aquellas situaciones en las que el parámetro x sea constante se podrá fijar Δt por adelantado. Por el contrario, si la distancia orador-pistola varía, un sensor de distancia medirá x y calculará Δt en función de ese valor.
En caso de que se establezca que la confusión cognitiva se da siempre que supera un cierto valor sólo tendremos que hacer
y el SpeechJammer podrá emplearse para cualquier distancia siendo la distancia mínima cero.
Por lo que se refiere a la implementación del modelo se han creado dos prototipos, el primero de ellos con las funciones básicas: micrófono direccional, altavoz direccional, batería y entrada de audio y un segundo prototipo que incorpora además un puntero láser, un sensor de distancia y un disparador por nivel de entrada de audio. A partir de un estudio con cinco voluntarios, se ha analizado la dependencia entre la variación de valores como y
con la eficacia de la producción del efecto de la realimentación auditiva retardada en las personas. Estos resultados preliminares servirán como punto de partida de futuros estudios destinados a mejorar los prototipos actuales.
Para acabar y a modo de reflexión, me gustaría hacer dos consideraciones personales sobre el invento. En primer lugar querría resaltar que no se han evaluado las consecuencias psíquicas a medio y largo plazo, que puede ocasionar semejante perturbación en el proceso cognoscitivo del cerebro. La alteración en la interpretación de las señales recibidas por medio de mecanismos de aprendizaje en personas que no presentan trastornos del habla, puede que provoque efectos no deseados. Con ello no quiero decir que la investigación sobre la retroalimentación auditiva tardía sea negativa ya que siempre es importante incrementar los conocimientos sobre los procesos cerebrales y sobre cualquier campo en general. En concreto, la aplicación de la DAF se emplea en programas médicos para corregir el problema de tartamudez y controlar la fluidez del habla.
En el caso concreto del SpeechJammer, su objetivo presenta problemas éticos importantes, que habrá que tener en consideración a su debido tiempo. Resulta más que dudoso el derecho de cualquier persona a usar medios altamente represivos para interrumpir el discurso o la conversación de otro(s). Esto sería, sin ambages, tomarse la justicia por la propia mano.
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