Si tuviera que elegir un dios para creer en él me decantaría por Júpiter. Dios de dioses, se encargó de «retirar» a su papi, se transformaba en águila, toro o rayo de luz para preñar a encantadoras mortales, regía los designios del Olimpo y tenía un mal carácter legendario.
Pero no vamos a hablar de mitología, al menos no de esa mitología en la que estamos pensando. Hoy nos vamos a parar a discutir un rato sobre la extendida creencia — sí, he dicho creencia — de la influencia del planeta Júpiter en el desarrollo de la vida en nuestro humilde planeta actuando como escudo frente a colisiones de cuerpos celestes que se pasean por nuestro sistema solar.
Un tema molón para un domingo.